sábado, 31 de marzo de 2012

Profecía


Las grandes ausencias amenazan 
Cuando los sirlos 
Esos bellos pájaros 
Emigran 
Y la lejanía hiere sus alas 
El hombre no lo sabe 
Porque duerme 
Oculto por causa de la luz 
Para no prever la muerte. 
Entrega el dominio de sus sueños 
Y emancipa el caos 
Y pierde el poder 
sobre su propio río 
que lo recorre en longitud. 
Los abismos se acercan 
Y las múltiples aguas 
Devienen creaturas de espanto. 
Uncido al gran anillo 
Olvidará su trayectoria astral 
su fecundidad perecedera. 
Ocurrió 
Que cerró las pupilas ante la luz 
Y no estuvo más allá 
De las cosas presentes 
Ni creó una analogía superior 
a la distancia entre los astros 
Ni escuchó el soberano mandamiento 
De crear al hombre verdadero. 
Olvidado en el tiempo 
Aún persistirá en creer 
que fue un símil de su conciencia.

 

 Stella Díaz Varín
/La serena, Chile 1926

viernes, 30 de marzo de 2012

Maldigo del alto cielo


Maldigo del alto cielo
La estrella con su reflejo
Maldigo los azulejos
Destellos del arroyuelo
Maldigo del bajo suelo
La piedra con su contorno
Maldigo el fuego del horno
Porque mi alma está de luto
Maldigo los estatutos
Del tiempo con sus bochornos
Cuánto será mi dolor.
Maldigo la cordillera
De los andes y de la costa
Maldigo señor la angosta
Y larga faja de tierra
También la paz y la guerra
Lo franco y lo veleidoso
Maldigo lo perfumoso
Porque mi anhelo está muerto
Maldigo todo lo cierto
Y lo falso con lo dudoso
Cuánto será mi dolor.
Maldigo la primavera
Con sus jardines en flor
Y del otoño el color
Yo lo maldigo de veras
A la nube pasajera
La maldigo tanto y tanto
Porque me asiste un quebranto
Maldigo el invierno entero
Con el verano embustero
Maldigo profano y santo
Cuánto será mi dolor.
Maldigo a la solitaria
Figura de la bandera
Maldigo cualquier emblema
La venus y la araucaria
El trino de la canaria
El cosmo y sus planetas
La tierra y todas sus grietas
Porque me aqueja un pesar
Maldigo del ancho mar
Sus puertos y sus caletas
Cuánto será mi dolor.
Maldigo luna y paisaje
Los valles y los desiertos
Maldigo muerto por muerto
Y al vivo de rey a paje
Al ave con su plumaje
Yo la maldigo a porfia
Las aulas , las sacrsitias
Porque me aflije un dolor
Maldigo el vocablo amor
Con toda su porquería
Cuánto será mi dolor.
Maldigo por fin lo blanco
Lo negro con lo amarillo
Obispos y monaguillos
Ministros y predicantes
Yo los maldigo llorando
Lo libre y lo prisionero
Lo dulce y lo pendenciero
Le pongo mi maldición
En griego y español
Por culpa de un traicionero
Cuánto será mi dolor.

 Violeta Parra
/San Fabián de Alico, Chile 1917

martes, 27 de marzo de 2012

Carmen (2)


Carmen VI

Flavio, de tus deleites a Catulo, 
si no fueran burdos e indecorosos, hablar querrías, sin callar detalle. Pero yo no sé qué puta febril  prefieres:¡tanto te apena decirlo!  Pues tú no yaces una sola noche solo; tu cama aulla, sin quedar tácita nunca, olorosa de algún sirio aceite y guirnaldas; y quedan tus cojines gastados, entre el chirriar que sacude tu lecho, tan trémulo y fatigado. Pues no sirve de nada que los crápulas callen: ¿y por qué? Tus gastados flancos delatan todas tus obscenidades. Dinos qué tienes de malo y qué tienes  de bueno, pues quiero llevarte al cielo, con tus amores, en estos versitos.

Carmen XCIX

Juvencio, te robé un furtivo beso -a ti, que eres de miel- aún más dulce que la ambrosía dulce. Pero no lo hice  impunemente: recuerdo haber quedado crucificado en alta cruz, y haber tratado con gran llanto de borrar un poquito tu áspera crueldad. En cuanto te besé, tus parvos labios, mojaditos por gotas incontables, te limpiaste con todos tus deditos, para que no quedara nada en ellos de mi saliva infecta de orinada loba. Además, me diste al Amor cruel, ¡ay de mí!, sin cesar de atormentarme, para tornar aquel besito dulce en un beso más triste que el más triste eléboro. Si impones al amor desgraciado tan grande pena, nunca más habré de robarte beso alguno.


 Gayo Valerio Catulo

/Verona, Italia 87 a.c

Posición de combate del viajero


Como espadas de luz, portando al cinto
imperiales abejas de azul pelo,
desciende a la destreza de mi vuelo,
pelea el sol contra mi avión jacinto.

Ruedas de nácar de diurnal instinto,
plumas de luna, hélices del hielo,
cortan las cuerdas y la crin del cielo
del día muerto en un misal corinto.
Ay, marino celeste, derrotado
por sus bélicas flores, no te vayas
sin brillar con tu sable de grosella.
Que aunque estén las medusas de tu lado,
¡tú, soldado, perdieras las batallas,
y tú, aviador, quebraras las estrellas!


 Eduardo Anguita
/Linares, Chile 1914

lunes, 26 de marzo de 2012

Carta 1886


A Gustave Khan

Me olvido de rimar, me olvido del número de sílabas, me olvido de la distribución de las estrofas, mis líneas comienzan al margen, como la prosa. Haré versos así.


 Joules Laforgue

/Montevide, Uruguay 1860

viernes, 23 de marzo de 2012

De poetas criminales


Ítem, dejo a los hospitales
las telarañas de mis ventanas,
y a los enfermos, un puñetazo en cada ojo,
a cada uno, que tiemblen flacos, peludos,
y llenos de mocos, helados y empapados.

Ítem, dejo a mi barbero
mis pelos cortados, y a mi zapatero,
mis zapatos viejos, y a mi ropavejero,
mis ropas tal como estén cuando me abandonen.

Ítem, dejo a los mendicantes,
a las hijas de dios y a los párrocos
sendas cascaras de huevo
llenas de francos y escudos viejos.
Los carmelitas cabalgan a nuestras vecinas,
pero eso es lo de menos.


 Francoice Villon
/París, Francia 1431

Mañana de embriaguez


¡Oh mi Bien! ¡Oh mi Bello! ¡Charanga atroz en la que ya no tropiezo! ¡Mágico potro de tormento! ¡Hurra por la obra inaudita y por el cuerpo maravilloso, por la primera vez! Empezó bajo las risas de los niños, acabará por ellas. Este veneno ha de permanecer en todas nuestras venas aun cuando, agriada la fanfarria, seamos devueltos a la antigua armonía. ¡Oh, ahora nosotros, tan digno de estas torturas!, recojamos fervientemente esta sobrehumana promesa hecha a nuestro cuerpo y a nuestra alma creados: ¡esa promesa, esa demencia! ¡La elegancia, la ciencia, la violencia! Se nos ha prometido enterrar en la sombra el árbol del bien y del mal, deportar las honestidades tiránicas, con el fin de que trajésemos nuestro purísimo amor. Empezó con ciertas repugnancias y acabó, -al no poder agarrar en el acto esa eternidad, - acabó por una desbandada de perfumes.
Risa de niños, discreción de esclavos, austeridad de vírgenes, horror por las figuras y los objetos de aquí, ¡sacrosantos seáis por el recuerdo de esta vigilia! Empezaba con la mayor zafiedad, y concluye por ángeles de llama y de hielo.
Breve vigilia de embriaguez, ¡santa!, aunque sólo fuera por la máscara con que nos has gratificado. ¡Nosotros te afirmamos, método! No olvidamos que ayer has glorificado cada una de nuestras edades. Tenemos fe en el veneno. Sabemos dar nuestra vida entera todos los días.
He aquí el tiempo de los Asesinos.



 Arthur Rimbaud
/Challerville, Francia 1854

El zenzontle


Este calor es agobiante
Balcón sembrado con jazmines de Virginia
y de madreselvas púrpuras
En el gran silencio de la campiña
somnolienta
Se distingue
El glu glu de los arroyos
El bramido en lontananza de los
grandes rebaños de búfalos en
los pastizales
El trino del ruiseñor
El cristalino silbido de los sapos gigantes
El ulular de las aves rapaces nocturna
Y el trino de un zenzontle sobre un cactus

 Blaise Cendrars
/La Chaux-de-Fonds, Suiza 1887

viernes, 16 de marzo de 2012

Escrito con tiza


Uno le dice a Cero que la nada existe 
Cero replica que Uno tampoco existe
 
porque el amor nos da la misma naturaleza
Cero más Uno somos Dos le dice
y se van por el pizarrón tomados de la mano
Dos se besan debajo de los pupitres
Dos son Uno cerca del borrador agazapado
y Uno es Cero mi vida.
Detrás de todo gran amor la nada acecha


 Óscar Hahn

/Iquique, Chile 1938

Cara o cruz


Y no obstante, estas manos, mis antenas de hormiga,
han ayudado a clavar la lanza en el costado del mundo

y detrás de la lupa de la luna hay un ojo que me ve
como a un microbio royendo el corazón de la Tierra.
Tengo ya cien mil años y hasta ahora no he encontrado otro mástil de más fuerte
que el silencio y la sombra donde colgar mi orgullo;
tengo ya cien mil años y mi nombre en el cielo se escribe con lápiz.

El agua, por ejemplo, es más noble que yo.
Por eso las estrellas se duermen en el mar
y mi frente romántica es áspera y opaca.
Detrás de mi frente -filósofos, escuchad esto bien-,
detrás de mi frente hay un viejo dragón :
el sapo negro que saltó de la primera charca del mundo y está aquí, aquí, aquí...
agazapado en mis sesos, sin dejarme ver el Amor y la Justicia.

Yo no soy nadie, nadie.
Un hombre con un grito de estopa en la garganta y una gota de asfalto en la retina...
Yo no soy nadie, filósofos...
Y éste es el solo parentesco que tengo con vosotros.



  León Felipe

/Tábara, España 1884

sábado, 10 de marzo de 2012

Licantrópía contemporánea


El grado más alto de la tristeza tanto puede ser
un general ciego mendigando a través de las islas
como hacia las 3 de la mañana la avenida de la Ópera
No hay límites para la melancolía humana
Se cuenta siempre con una piedra para colocar sobre la pirámide de las lágrimas
Estáis seguros de padecer tanto como una mujer estrangulada
en el momento en que ella sabe que todo ha terminado y desea acabar
Estáis seguros de que no valdría más 
ser estrangulado si uno piensa en los cuchillos de las horas que se acercan
Desde hace tiempo vivo mi último minuto 
La arena que mastico es la de una agonía invisible y perpetua
Las llamas que hago recortar de tiempo en tiempo por el peluquero 
son las únicas en delatar el negro infierno interior que me habita
Como cuerpos privados de sepultura 
los hombres se pasean por el jardín de mi mirada
Soñadores inexplicables 
o soy el único a quien golpea una mano desecada
en este desierto poblado entre estas flores áridas


 Louis Aragon

/París, Francia 1897

Encantamiento



Versión de Carlos López Narváez

Vierte la luna débil sus albores sagrados
como una basquiña ,de vaporoso argento
sobre moles de mármol que cruza el soñoliento
paso de alguna virgen en velos nacarados.

A los cisnes sedeños que abren los juncales
con su quilla de pluma donde la luz reposa
les deshoja su mano la más nevada rosa,
y en el agua los pétalos difunden espirales.

Soledad extasiada, dulcificante duna,
cuando el agua hervorosa bruñida por la luna
sus voces cristalinas sin término propaga,

-¿qué alma padeciera la magia inexorable
de la rútila noche con su cielo implacable
sin exhalar un grito puro como una daga?


 Paul Valéry
/Séte, Francia 1871