martes, 27 de marzo de 2012

Carmen (2)


Carmen VI

Flavio, de tus deleites a Catulo, 
si no fueran burdos e indecorosos, hablar querrías, sin callar detalle. Pero yo no sé qué puta febril  prefieres:¡tanto te apena decirlo!  Pues tú no yaces una sola noche solo; tu cama aulla, sin quedar tácita nunca, olorosa de algún sirio aceite y guirnaldas; y quedan tus cojines gastados, entre el chirriar que sacude tu lecho, tan trémulo y fatigado. Pues no sirve de nada que los crápulas callen: ¿y por qué? Tus gastados flancos delatan todas tus obscenidades. Dinos qué tienes de malo y qué tienes  de bueno, pues quiero llevarte al cielo, con tus amores, en estos versitos.

Carmen XCIX

Juvencio, te robé un furtivo beso -a ti, que eres de miel- aún más dulce que la ambrosía dulce. Pero no lo hice  impunemente: recuerdo haber quedado crucificado en alta cruz, y haber tratado con gran llanto de borrar un poquito tu áspera crueldad. En cuanto te besé, tus parvos labios, mojaditos por gotas incontables, te limpiaste con todos tus deditos, para que no quedara nada en ellos de mi saliva infecta de orinada loba. Además, me diste al Amor cruel, ¡ay de mí!, sin cesar de atormentarme, para tornar aquel besito dulce en un beso más triste que el más triste eléboro. Si impones al amor desgraciado tan grande pena, nunca más habré de robarte beso alguno.


 Gayo Valerio Catulo

/Verona, Italia 87 a.c

No hay comentarios:

Publicar un comentario