sábado, 19 de mayo de 2012

Cosmovisión


Si la concepción filosófica del mundo se levanta sobre la premisa de elementos dados y probados por el conocimiento, y se estructura según un orden de rigurosa coherencia lógica, la concepción poética, en cambio, se erige sobre la base de algún o algunos sentimientos o intuiciones fundamentales, y se estructura, según la potencia de que sea capaz la fantasía creadora del poeta, en orden a las respuestas que aquellas intuiciones básicas “necesitan”. Desear un resultado y no otro es algo incompatible con el rigor del pensamiento especulativo, pero no lo es para la apetencia vital que busca su plenitud en la cosmovisión poética, cuya respuesta debe satisfacer a las necesidades más hondas de la vida antes que a las del conocimiento.
Va de suyo que en esta peculiar conformación de la “visión poética” no hay lugar para el esteticismo puro, pues es una respuesta vital lo que se busca. Semejante aclaración, necesariamente limitada y estrecha, no autoriza sin embargo a ver la cosmovisión poética como el campo donde puedan realizarse libremente las arbitrariedades y caprichos que están vedados a la cosmovisión filosófica, ni autoriza tampoco a suponer que los hitos de su construcción o sus figuras finales están groseramente predeterminados en la intención del poeta. El instrumento “relacionante” de éste, que es la metáfora, posee tanto rigor y tantas exigencias para la coherencia del todo poético, como el instrumento del pensamiento lógico en el otro caso.
La posibilidad del fracaso es grande en igual grado y, del mismo modo en el auténtico poeta que en el auténtico filósofo, significará un riesgo de fracasar en las cuestiones más hondas y vitales de uno y de otro. Por eso debemos subrayar la cautela que ponemos al indicar, como lo hemos hecho, que la cosmovisión poética quiere desde el principio los resultados que serán los suyos.



 Alfredo Terzaga
/Río Cuarto, Uruguay 1920

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