sábado, 21 de abril de 2012

Las pasiones de la voluntad


<<...Pero la voluntad, aunque puede extenderse sobre todo lo que es posible, puesto que es libre por escencia, puede también extenderse sobre las cosas imposibles, por participar del demonio que desea ser igual a Dios. Por ello se altera continuamnte o se deprava con la voluptuosidad y el dolor, cediendo a los poderes inferiores. Así, este apetito depravado hace que le nazcan cuatro Pasiones, que también obseden a veces al cuerpo; la primera se llama delectación, que es una especie de blandura o asentimiento del espíritu o la voluntad, por donde estos se dejan llevar voluntariamente por ese dulzor que los sentidos les representan, consintiendo y obedeciendolo; es por ello que se la define como inclinación del espíritu hacia el placer que corrompe y deprava. La segunda se llama efusión; se trata de una relajación o disolución de la virtud y la fuerza, que se produce cuando se deja disipar toda la fuerza y la intención del espíritu, perdiéndose, cimentándose, esparciéndose a través del dulzor de un buen presente y arrebatándose para el goce. La tercera se llama jactancia, es decir, desborde gozoso cuando se cree haber adquirido un gran bien, cuya posesión induce a un comportamiento insolente, ufano y vanaglorioso. La cuarta y última, es la malevolencia, que es cierto placer que se experimenta al ver el mal en otro, sin interesarse por eso; porque si alguien se solaza en el mal ajeno para su provecho, eso provendrá más bien de benevolencia hacia si mismo, que contrarias a las generadas por el apetito desordenado de placer, a saber, horror, tristeza, temor y despecho o desagrado que se concibe al ver que el bien sobreviene a otro sin que nos haga mal, lo cual se llama envidia; es decir, una tristeza por la felicidad de los demás, como la misericordia es una tristeza por sus males o en sus infortunios...>>


 Cornelio Agrippa
/Colonia, Alemania 1486

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