jueves, 21 de junio de 2012

Vetustila



Cuando tienes trescientos consulados,
Vetustila, y tres pelos y cuatro dientes,
pecho de cigarra, piernas y color de
hormiga; cuando tienes una frente más
arrugada que tu estola y unos pechos que
parecen telarañas; cuando los cocodrilos
del Nilo tienen estrecha la boca
comparada con la abertura de la tuya, y
croan mejor las ranas de Ravena, y es
más dulce el zumbido de los mosquitos
de Venecia, y tu vista alcanza lo que
alcanzan las lechuzas por la mañana, y
hueles a lo que los machos cabríos, y
tienes la rabadilla de un ánade flaca, y tu
coño le gana a huesudo a un viejo cínico;
cuando el bañero, apagadas las luces, te
permite entrar mezclada con las
prostitutas de los sepulcros (...) ¿tienes la
osadía de querer casarte después de
enviudar doscientas veces? (...) Solamente
una antorcha funeraria puede penetrar en
semejante coño.



Marco Valerio Marcial
/Bilbilis, España 40 d.c

Calibán


Trínculo: ¿Qué tenemos aquí? ¿Un
hombre o un pez? ¿Muerto o vivo?
Un pez, a juzgar por el hedor; un
pez rancio; un pejepalo y no de los más
frescos. ¡Extraño pez! Si estuviera
ahora en Inglaterra, como lo hice
en otro tiempo, y tuviera ese pez, aunque
solo fuese en pintura, no habría
tonto en día festivo que no diese por
verlo una moneda de plata. Este
monstruo haría allí la fortuna de un
hombre. Todo animal extraño
enriquece a su dueño. Mientras no
os darían un óbolo para socorrer a
un mendigo lisiado, gastan diez por
ver a un indio muerto. Tiene piernas
de hombre y sus aletas parecen brazos.
¡Está caliente, a fe mía! Cambio ahora
de opinión. No es un pez, sino un
insular herido por el rayo.


 William Shakespeare
/Stratford on Avon, Inglaterra 1564

sábado, 16 de junio de 2012

Eres un buen momento para morirme


Amaneciendo y anocheciendo
a un mismo tiempo,
cariño, ¿no es ésta la forma
en que te gustaría vivir?
En mi cabeza hay un álbum
de fotos amarillentas
y lo voy completando con mis ojos,
con los más leves ruidos,
atrapando olores en el aire
y en cada sueño que sueño.
¿Sabes una cosa, pequeña?
La última página de mi álbum
tiene tu boca lluviosa mordiéndome un labio,
un disco de rock´n´roll
y calcetines de colores.
Mis ojos han sido rápidos,
te he hecho el amor con la ropa puesta
a través de una
larga pajita dorada
mientras cruzabas la calle
con el cabello ardiendo.
Pero ahora son tus pies
quienes dan mis pasos,
¡así que no te equivoques
pues me caería!
Te bebo en cada vaso de agua
que sacia mi sed,
mis palabras son claras como niños pequeños
o espesas como semen empapando cortinas,
pero hoy tengo que inventar
un nuevo idioma
para conversar con tus tiernos maullidos eléctricos
y los gritos de euforia
de la gente que vive en tu cabeza.
Debes saber que a veces
soy como un entierro interminable,
siempre triste y azul
subiendo y bajando
por la misma calle.
Pero otras veces soy un río de risa
corriéndome por toda la ribera,
haciendo el amor a la mar,
una felicidad contagiosa,
un revólver de amor, nena,
y voy a disparar justo a tu corazón
¡bang bang!
¿te di?
Quiero arrollarte, enrollarte y arrullarte,
montaña de aguardiente
y tarde rojiza.
Eres un buen momento para morirme.



 Felix francisco Casanova
/Santa cruz de la Palma, España 1956

A ballad of passive paederasty



Los niños tientan mis labios a un uso licencioso,
Muestran sus lenguas y una sonrisa torcida,
Y me pregunto por qué debo rechazar
A escondidas sus nalgas
Y besar sus genitales, y me lamento:
"¡Ah! Ganímedes, concédeme una noche!"
Este es el único misterio grato:
¡El amor de un hombre fuerte es mi deleite!



 Aleister Crowley
/Royal Leamington Spa, Inglaterra 1875

domingo, 10 de junio de 2012

Eros y psique


Cuenta el mito que dormía
Una princesa encantada
A quien solo despertaría
Un infante que vendría
Desde una calle lejana.


Este noble convocado
Bien y mal vencer debía
Antes que ya liberado
El camino fuese hallado
Por el que ella seguía.

La bella aguarda dormida
El lecho ornado de piedra

Sueña en la muerte su vida
Y su frente está ceñida
Por verdes hojas de hiedra.


Agotado por la búsqueda y la espera
Enlazadas en tanta noche y día
Alza la mano, la roza y desespera
Al ver que él mismo era

La princesa que dormía.


 Fernando Pessoa
/Lisboa, Portugal 1888

Poeta invisible


Amar es cansarse de estar solo: es por lo tanto una cobardía y una traición a nosotros mismos.


 Bernardo Soares
/Lisboa, Portugal 1888