martes, 28 de febrero de 2012

Me cago en el espíritu


Después del romanticismo, del simbolismo 
del dadaismo, del surrealismo, del letrismo, y del marxismo, 
es decir de cien "escuelas" de subversión politica, filosófica o literaria, 
existe una plabara, una cosa que permaneció en pie, 
un valor que no se ha movido, que a pesar de 
todo conservó su antigua preeminencia, 
se trata de la palabra y "la cosa" del espíritu, 
el valor ligado al espíritu, 
el valor de la cosa espíritu, 
como si bastara enunciar, 
hacer brotar en la esquina de una página la palabra magnetica 
espíritu para que todo estuviera dicho. 
Como si se hubiera convenido de hecho y como en principio y en esencia 
que el espíritu es el termino innato, el valor tipo, 
la palabra cumbre a partir de la cual, 
el viejo automatismo atávico de la bestia llamada hombre, pudiera dejar de vacilar.

 


 Antonin Artaud
/Marsella, Francia 1896

Como un padre decrépito disfruta


Versión de Manuel Mujica Láinez

Como un padre decrépito disfruta
al ver de su hijo las empresas jóvenes,
así yo, mutilado por la suerte,
en tu lealtad y mérito me afirmo.
Pues sea la hermosura o el linaje,
el poder o el ingenio, uno o todos,
quien te corone con mejores títulos,
yo incorporo mi amor a esa riqueza.

Ni pobre ni ofendido soy, ni inválido,
que basta la substancia de tu sombra
para colmarme a mí con su opulencia,
y de una parte de tu gloria vivo.

Busca, pues, lo mejor: te lo deseo;

seré feliz diez veces, si lo hallas 


 William Shakespeare
/Warwickshire, Inglaterra 1564

sábado, 25 de febrero de 2012

Godzilla en México


Atiende esto, hijo mío: las bombas caían 

sobre la Ciudad de México 
pero nadie se daba cuenta. 
El aire llevó el veneno a través 
de las calles y las ventanas abiertas. 
Tú acababas de comer y veías en la tele 
los dibujos animados. 
Yo leía en la habitación de al lado 
cuando supe que íbamos a morir. 
Pese al mareo y las náuseas me arrastré 
hasta el comedor y te encontré en el suelo. 
Nos abrazamos. Me preguntaste qué pasaba 
y yo no dije que estábamos en el programa de la muerte 
sino que íbamos a iniciar un viaje, 
uno más, juntos, y que no tuvieras miedo. 
Al marcharse, la muerte ni siquiera 
nos cerró los ojos. 
¿Qué somos?, me preguntaste una semana o un año después, 
¿hormigas, abejas, cifras equivocadas 
en la gran sopa podrida del azar? 
Somos seres humanos, hijo mío, casi pájaros, 
héroes públicos y secretos



 Roberto Bolaño
/Santiago, Chile 1953

There will always be a poem




"Siempre habrá un poema, treparé hasta arriba de él y me vendré, dentro y fuera del tiempo
Ladeando ligeramente la cabeza
y al terminar me sacudiré y me fundiré luego
en su cuerpo, su blanda piel"


"There will always be a poem, I will climb on top of it and come, In and out of time locking my head to the side slightly
As I finish shaking, melting then
Into its body, its soft skin


 Jim Carroll
/Nueva York, Estados Unidos 1949

viernes, 24 de febrero de 2012

Nocturno


Sombra, trémula sombra de las voces. 
Arrastra el río negro mármoles ahogados. 
¿Cómo decir del aire asesinado, 
de los vocablos huérfanos, 
cómo decir del sueño? 

Sombra, trémula sombra de las voces. 
Negra escala de lirios llameantes. 
¿Cómo decir los nombres, las estrellas, 
los albos pájaros de los pianos nocturnos 
y el obelisco del silencio? 

Sombra, trémula sombra de las voces. 
Estatuas derribadas en la luna. 
¿Cómo decir, camelia, 
la menos flor entre las flores, 
cómo decir tus blancas geometrías? 

¿Cómo decir, oh Sueño, tu silencio en voces?


 Octavio Paz
/Ciudad de México, México 1924

martes, 21 de febrero de 2012

Asombro



Enséñame - dices, desde tus veintiún años
 
ávidos, creyendo, todavía que se puede enseñar alguna cosa y yo, que pasé de los sesenta
te miro con amor
es decir, con lejanía
(todo amor es amor a las diferencias
al espacio vacío entre dos cuerpos
al espacio vacío entre dos mentes
al horrible presentimiento de no morir de a dos)

te enseño, mansamente, alguna cita de Goethe
("detente, instante, eres tan bello")
o de Kafka (una vez hubo, hubo una vez
una sirena que no cantó)

mientras la noche lentamente se desliza hacia el alba
a través de este gran ventanal 
que amas tanto
porque sus luces nocturnas ocultan la ciudad verdadera

y en realidad podríamos estar en cualquier parte
estas luces podrían ser las de New York, avenida
Broadway, las de Berlín, Konstanzerstrasse,
las de Buenos Aires, calle Corrientes

y te oculto la única cosa que verdaderamente sé:
sólo es poeta aquel que siente que la vida no es natural
que es asombro
descubrimiento revelación
que no es normal estar vivo



 Cristina Peri Rossi
/Montevideo, Uruguay 1941

A veces cuando la noche me aprisiona


A veces, cuando la noche me aprisiona 

suelo sentarme frente a una cabina telefónica 
y contemplo las bocas que hablan 
para lejanos oídos. 
Y cuando el hielo de la soledad 
me ha desvenado, los barrenderos moros 
canturrean tristemente 
y las estrellas ocupan su lugar, yo acaricio el teléfono 
y le susurro sin usar monedas.

 Felix Francisco Casanova
/Sta. Cruz de la Palma, España 1975

jueves, 16 de febrero de 2012

Navidad


Versión de Rafael Díaz Borbón 
Un Dios ha nacido. Otros mueren. La realidad
Que no ha venido ni se ha ido: un cambio de Error.
Tenemos ahora otra Eternidad,
Y siempre lo pasado fué mejor.
Ciega, la ciencia trabaja en el inútil suelo
Loca, la Fé vive el sueño de su culto.
Un nuevo Dios es una palabra -o un nuevo sonido
No busques ni tampoco creas: todo está oculto


 
Fernando Pessoa
/Lisboa, Portugal 1888

miércoles, 15 de febrero de 2012

Los ojos de Rimbaud


Azules, de bárbaro. Hoy cantan para ti
los suaves trinos y en el taller literario
adelgaza la voz el papagayo: conmovida
endulza las Grandes Miradas su lección de confitero.
De este lado rezamos por ti hincados ante un lobo:
que la bella ciencia es una habitación que da a lo oscuro
y el hombre, ese acertado inconstante,
es apenas unos pocos pasos que por ella van y vienen.
Hoy que las profesoras de letras olvidaron todo
lo que saben de ti los presidiarios
y el vago que, a riesgo de ser aplastado por los automóviles,
detiene la metáfora de su paso por recoger el milagro
de una hoja, sin alcanzar a explicárselo;
hoy que apenas los ascensoristas
se levantan de entre los demás,
hoy que esta loca materia aparece ahogada y vencida,
como lo estuvo siempre, como va a estarlo siempre,
flotando sobre las aguas de los números;
hoy que en tusa selvas vírgenes arraigaron los casinos
y suena música disco en todas las Áfricas tonantes,
hoy que en la calle 88 y Broadway una horrible fulana te pasea
impreso en su remera, sonriente con toda la Gloria Americana,
hoy que encuadernado en cuero y con letras doradas
te exhiben los dentistas en sus huecas bibliotecas
y te honran a su modo, repartiendo venenos por las calles
del mundo los ágiles traficantes,
hoy que caen los muros y todas las posteridades se desploman,
hoy que la Historia, esa vieja enemiga,
se ríe de nosotros diciendo que no existe,
como en tu tiempo repetía el Diablo;
hoy que los blandos músculos de los diputados
pueden arrojar al mar, si quieren, a miles de forzudos extranjeros,
hoy que la tímida democracia probó ser más efectiva que los reyes,
hoy que todos por fin somos buenos
y alza su copa radiante el rosado, negro, amarillo y cobrizo
banquete de la vida, más allá
de los caritativos grupos que intentan el soneto,
a través de las bibliotecas barridas por el polvo y las secretarias,
sin dactilografía ni voz ni esperanza ni objeto,
cruzan las geografías dos luces gruesas y potentes
anillando la Tierra. No por el símbolo sino por la mirada
eres como el dios de plástico que cuelga de su pared el asustado,
para que esos Ojos le sigan por la casa. Para nosotros
los mínimos, para nosotros los pocos, para nosotros los débiles,
que sólo queremos estar ociosos, tus párpados están
siempre abiertos, hermano desdeñoso,
Jesucristo el Terrible,
hoy que es una vergüenza tener hambre
siguen mirando lo mismo tus fanales salvajes



 Luis Benitez
/Buenos Aires, Argentina 1956 

miércoles, 8 de febrero de 2012

Al niño Elis


Versión de Helmut Pfeiffer

Elis, cuando el mirlo llame en el oscuro bosque
será tu ocaso.
Tus labios beben frescura en la pedregosa fuente azul.

Cuando tu frente sangre suavemente
olvida las antiguas leyendas
y el oscuro augurio del vuelo de los pájaros.

Pues tus leves pasos se adentran en la noche
cargada con los púrpuras racimos de la vid;
mientras el azul hace más bello
el movimiento de tus brazos.

Se escucha un espino,
allá donde vuelan tus dos ojos de luna.
Ah, hace cuánto tiempo que eres de la muerte.

Tu cuerpo es un jacinto
donde un monje sumerge sus dedos de cera.
Y una cueva sombría es nuestro silencio
de la que a veces surge un apacible animal.
Deja caer lento los pesados párpados.
Sobre tus sienes gotea un oscuro rocío,

el último oro de las estrellas extinguidas. 


 Georg Trakl
/Salzburgo, Austria 1887